Tino Tovar o el cambio de estilo radical.

Venía dando fuerte desde juveniles, un tío con un grupo de categoría, buenas letras y buenas músicas que se fue haciendo un huequito en el Carnaval de Cádiz a base de buenas comparsas que encandilaban al oído.
Recuerdo su comparsón del 98, un verdadero pelotazo carnavalesco que te lograba subir al cielo (valga la metáfora estúpida y manida), porque los angelitos se merecían un primero... el problema es que ese año estaban Los Piratas de Ares y era mucho para superar. Con todo y eso, no quedaron nada mal. Era El Cielo de Cádiz.

Nos vamos a su primer premio en el 2000, Los del año catapum, una comparsa muy completa, muy bonita y con mucho gusto. Representaban, como podrán ver a unas adorables parejas de viejitos que se peleaban aunque se querían con locura. Una delicia de comparsa y un primer premio muy merecido por más que alguno aún hoy diga que cantan muy bajito. Pero ya lo deja claro Tino en el estribillo:


Después vinieron lo que a mi juicio son las dos peores comparsas de Tovar con diferencia. Dos agrupaciones que bajan el fulgurante y brillante nivel que Tino estaba manteniendo estos años. Su declive llegó hasta 2004, cuando Zubiela, tras mosquearse con Aragón (o viceversa). La que les dejo aquí es La Calle Comedias, una comparsa muy desafortunada.


Los aprendices es una comparsa con la que parece que Tino intentó levantar cabeza, pero tampoco lo consiguió. Buena compasa, interesante en sus pasodobles y con un gran popurrit que se escucha con docilidad, casi dejándote acariciar con él.


En 2004 hizo una mezcla que le fue muy, pero que muy bien. Las Estaciones es la comparsa que más me gusta de la nueva etapa de Tino: un tipo original, bien defendido, cantado con gusto y donde se aunaban los dos estilos más dispares de las comparsas de la época. El tono distendido de la comparsa jovencita se mezclaba, se fundía, con el estilo sobrio de las agrupaciones que había dirigido Ángel Zubiela. Un experimento que se llevó un segudo premio y un dinerillo extra con la aguja de oro, y es que el disfraz bien que lo valía.


Con El espíritu de Cádiz, Tino consigue un primer premio muy merecido. Un grupazo en condiciones defiende un repertorio hecho para ganar lo más grande y no para ahí, una pena que al año siguiente decidiese no salir para dedicarse a su familia. Un descanso que yo creí desafortunado y que, posiblemente, fue el problema de este pseudocrisis que Tino parece sufrir en estos dos años.


La República Gaditana no es, ni por asomo, una comparsa en condiciones. Vale, tiene cosas que están soberanamente bien: una presentación estupenda con un ritmo increíble y una música de pasodoble que se puede admirar durante mucho tiempo. Pero no pasará a la historia, sin duda. Lo demás podría haberlo mejorado, seguro.


Con Los Perfumistas se afirma mi teoría de que la vida carnavalesca de Tino es cíclica: de pronto está arriba, de pronto está abajo, sin más, así de simple. Comparsa desafortunada la mires por donde la mires, con un popurrit que llega a aburrir tanto como el de un coro, un disfraz horrible y unos temas de pasodobles que, de tan trillados, ya ni siquiera parecen dignos de cantarse.


Para este año le deseo mucha suerte, muchísima porque me encanta este autor, aunque antes me gustaba más. Sé que Zubiela le hará otro grupazo y que intentarán llegar a lo más alto... pero no todo es cosa del grupo, hay veces que el autor parece apático, sin ganas y eso es lo que no puede ser.