miércoles, 9 de septiembre de 2020

¡Ya está aquí la gente de La Viña, señores! (I)

El jueves de la semana pasada se cumplió un año del fallecimiento del chirigotero Manolo Santander Cahué. El barrio gaditano de La Viña se quedó sin esperarlo huérfano de uno de sus defensores, no solo de sus calles sino también de su compás.  Porque en el Concurso de Coplas gaditanas tod@s sabemos que cuando el 3x4 suena como tiene que sonar sobre las tablas, viene de la orillita de La Caleta aunque nazca en Chiclana.

Y si Don Manuel se merece una serie de post sobre su trayectoria que iremos trayéndoles a lo largo de las próximas semanas, el de hoy viene a contarles en cuatro pinceladas mi relación desde la infinita distancia de Puerta Tierra p'acá con este maravilloso coplero que llegó a mi vida en el año 1997. ¡Fíjense si hará años que Manolito tenía hasta pelo!

Como les he dicho cienes y cienes de veces, yo empezé a darme cuenta que escuchaba COAC-naval en mi casa con siete años, pero no fue hasta tres después que descubrí su forma de hacer chirigotas de la mano de Prada Durán y con Eduardo Cossi a la dirección (quien, y corríjanme si me equivoco, es la maravillosa avanzadilla de El Batallón Rebaná). Estos últimos años he leído aquí y allá lo chunga que era la chirigota. Yo no lo entiendo: en mi casa la cuarteta de "la piscina, una cuesta de al la'o la piscina" es emblemática, un himno que se le cantaba a toda aquella persona que empezaba a explicarse de manera un tanto enrevesada. Una chirigota con la poca vergüenza marca de la casa y unos pasodobles que son una delicia en su desarrollo y con una garra final que para muchos quisieran.

Después vendrían tantas agrupaciones que unos y otros conocemos -de las anteriores, solo recuerdo que Las Viejas Glorias no eran santo de mi devoción... sería yo muy chico, discúlpenme- con la trilogía Pepperoni, Capuchinos y Séptimo de Caballería que fue el inicio para tanta gente. Yo en cambio, jamás podré olvidar la Gran Final de 2001.

Esa presentación: si yo tuviera que describir quién era Manolito Santander, aquel señor que veía cada febrero por la televisión, sería replicando cada palabra de aquel portero. Manolo canta, sí, pero sobre todo lleva en volandas a su agrupación entre verso y verso para acabar sentenciando: "¡Ya está aquí la gente de La Viña, señores!". Y esa es la verdad, y ya está y no hay más.

Traicionaría a la memoria si negara que en los años "peores" me aferré a Lo más feo de Cádiz, Los de la Roca o El Submarino Amarillo para seguir defendiendo aquel estilo que parecía desvanecerse... hasta el año 2014. Los destripadores de la calle Londres y el que pueda, que empate. No, no me olvido de la chirigota con El Libi ocho años antes. Si con alguien podía llegar a una final y que lo descalificaran, sería con su gran amigo Emilio.

Y sobre todo, siempre recordaré a Manolo Santander como aquel hombre que fue abordado por dos familias de Córdoba en la esquina de la Iglesia de La Palma con un vaso de cerveza en la mano, en plena Ostioná y tuvo a bien atenderlas con la mejor de sus sonrisas. Un encuentro que no pudo olvidar ni dejar de comentar tras su actuación de Preliminares por la radio -para nuestra sorpresa- por cómo le habían preguntado cosas del repertorio que no podía responder... aquí me tienen, con la sonrisa en la boca.

Posiblemente no será el primer post que esperaban ustedes leer de homenaje a Don Manuel Santander, pero es el mío, que ya es bastante en este rincón que plagaremos de sus coplas y homenajes. ¡...y vive dios, mancha de cabrones, por nuestro eterno capitán Don Manuel Santander Cahué!

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