sábado, 26 de septiembre de 2020

Qué será de nosotros/as cuando no haya COAC

Se votó por unanimidad de todas las partes la suspensión del COAC 2021. Ya había asociaciones como ASCOGA, la de coristas, que habían dicho que no tenía garantías salubres para ensayar y que, por lo tanto, no iban a salir; también agrupaciones de renombre, autores conocidos y directores mediáticos habían señalado que lo mejor era parar un año y ver cómo se recuperaban las pérdidas producidas por la cancelación de la mayoría de los festivales, por más que otros se hubieran aplazado. 

Naturalmente, la suspensión deja a la afición huérfana de un concurso que los enfervorece y los enamora a partes iguales cada año, es una nueva realidad, una "nueva normalidad" a la que tendremos que enfrentarnos pero, seguro, grupos, autores y componentes nos propondrán actividades vía internet, quién sabe si quizás se cree una especie de Netflix carnavalero para streamings en un concurso de pago para una plataforma creada para tal fin. Sería una maravilla, una nueva función. Y quizás hagan como en el Pressing Catch y podamos asistir de público en forma de pantalla.

Claro, en lugar de un ring tendrá que averiguar la producción un escenario parecido al Falla, o el propio Falla, porque ¿qué problema habría en que las agrupaciones actuaran solas allí con un mínimo de personal municipal y que eso se retransmitiera? Oiga, que estoy dando ideas gratis. 
Como iba diciendo, las opciones que se abren son maravillosas porque el siglo XXI y esta pandemia nos ha enseñado a encontrar ternura en las pantallas, en ver a nuestros familiares y amistades de esa manera. A los que ves de cerca apenas puedes tocarlos más allá del codo (si no haces caso a la OMS y te tocas el corazón), entonces, ¿sería tan descabellado un Gran Teatro Falla con butacas llena de pantallas con caras de seguidores y seguidoras del COAC?


Pero la imposibilidad de ensayar tantas personas que componen un grupo es lo que realmente dificulta un posible COAC más desangelado. En este artículo de El País, publicado hoy mismo, comentan el riesgo que conlleva ensayar en interiores y proponen hacerlo en la calle, en cualquier zona al aire libre:

El paciente cero casi no interactuó con nadie, no tocó nada, solo cantó, fue al baño (también otros tres cantantes) y se marchó. Y se contagiaron 52 personas. “La pregunta es cómo una persona, sin casi hablar, va a impactar gotas que salen de su boca en otros 52. Esto es imposible. Es un caso clarísimo, que no se puede negar”, reivindica Jiménez.

Leyendo esto (y todo el artículo completo) da un poco de miedo eso de encerrarse a ensayar en cualquier local, en cualquier habitación de colegio. Mejor, ensayemos en la playa. O reduzcamos los grupos, que es otra posibilidad que he visto en redes y, creo, se terminará inventando algo. Porque ya dijo el Selu hace poco: "No me quiero imaginar cómo será Cádiz sin Carnaval". A nosotros tampoco nos gustaría y mucho menos a todas las familias que comen de todo lo que genera: ropas, atrezzos, maquillajes, discos, pulseras, vendedores ambulantes, bares, restaurantes, hoteles, hostales, pisos... Todo el dinero que genera el Carnaval, que no es poco, queda ahora mismo en stand by, no porque no se vaya a gastar si no porque, si no hay nada que ofrecer, qué vamos a consumir. Es decir, la tristeza de un Cádiz sin Carnaval es también la estocada social y económica que supone para una ciudad que sobrevive, como todas las que estamos al sur del sur. 

Aunque siempre hay una luz al final del túnel, más allá del control de la humanidad por el 5G, el microchip que nos pondrán con la vacuna, los satélites persiguiéndonos todavía más y los gorritos de papel de aluminio, puede ser que tengamos vacuna y se pueda realizar todo tal y como lo conocemos... O no. 
Así es que no se preocupen pero entre Twitter, páginas webs, grupos de Facebook y blogs (como este, por supuesto) inventaremos nuevos COAC que nos entretengan en este 2021 que no tiene mejor pinta que el 2020, y es que parece que la década del 20, la nueva, no la francesa de la bohemia, precisamente va en contra de todo lo que aquella encumbró: la cultura y la libertad. 

¡Qué asco de pandemia, de verdad!

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