sábado, 27 de octubre de 2018

Especial "Cincuenta sombras de Tino". Capítulo II


En este segunda edición de nuestro especial sobre Tino Tovar Verdejo abarcaremos una etapa muy especial como autor de comparsa, que mucho entienden a día de hoy como las más pura que ha producido el autor gaditano quizás por ser la original en la categoría de adultos bajo el sello más austero y tradicional de las coplas COAC-ditanas. Ocho años de la mano de su primer grupo, aquel que en el post anterior dejábamos ganando el primer premio de Juveniles en 1995.

Tras aquel COAC juvenil Tino y su cuadrilla de incondicionales: Jesús Bienvenido, los hermanos Obregón, Octavio, David, Faly y tantos otros se plantaron sobre las tablas del Falla con una señora comparsa. "...no queremos molestar. ¡Buenas tardes, buenas tardes!" sentenciaba aquella sencilla presentación de Los Callejeros, Tino a su guitarra y cambio de tipo incluido para los cuplés. Primer año y semifinalistas. ¿Cómo no iba a estar todo el mundo como loco con aquellos niños que devolvieron los coloretes a la comparsa y hacían tipo cada vez que dejaban de cantar?

La cosa se puso seria en 1997.  Aquellos chavales que venían con fuerza un año antes le explicaban a todo el mundo que el estilo sencillo podía codearse con los portentos octavillales que planteaban en la época el Levante y el Poniente de la categoría (y haciéndole la música de paso a Los que se mojan por Cai). Como no sería la cosa, que aquel año se suben al podio del tirón y dejan en cuarto puesto a un Joaquín Quiñones que venía con la mítica Dando Leña. Para la historia, un estribillo que cada vez que podían cantaban Modesto y Manolo en las retransmisiones de Canal Sur. Amoscuchá al boticario Octavio y esos pasodobles, que son pa' matarse:


En 1998 ya sabemos todos, cambió el Carnaval: Martínez Ares lo hizo universal (o más popular a lo Walt Disney como se decía en la época) con su galeón pirata. La cara b sin embargo apostó por hacerle un homenaje a los que se fueron a caja y bombo: esa presentación se mereció más respeto en la final, el que ellos brindaban precisamente a los que hicieron grande la categoría y la fiesta. Es curioso ver como gracias a Tino los mismos que descubrieron el COAC-naval de Cádiz aquel Febrero tuvieron la gran suerte de que le dieran la oportunidad de saber lo que eran las coplas de siempre, sin David Palomar pero con Ernesto Argibay. Un segundo El cielo de Cádiz que bien pudo ser primero por sonar más afinados y con gusto que nunca. Y que pelazos. Y Tino, que dejaba ya la guitarra, le volvió a hacer la música a la chirigota de M. A. Fernández.

¿Y tras un tercero y un segundo, qué viene? Pues un cuarto. Veran, que no estaba nada mal y su puesto en la final lo corrovora pero aunque el grupo seguía sonando como los ángeles pareció como si el respetable y los de arriba esperaramos un paso más que hiciera de Los Musiquitas aquello que nunca fue (por más percusión y parafernalias que trajeran). Un paso atrás de los que dicen sirve para tomar impulso.

Los del año catapum. Antonia y Manuel (como los padres de un servidor) traían humor y renovaban los votos con la sencillez y el mimo que un año antes parecían alejarse. Su primer primer premio abrió el milenio con un brindis al pasado desde la comparsa más joven y uno de los pasodobles más bonitos que se recuerdan en el Concurso más reciente. Casi ná, que en el fondo, mu' en el fondo, nos queremos una jartá.


2001 y 2002 fueron años de traspies para el autor y su grupo: La Calle Comedias y Los Tropicales no lograron los éxitos que los ya numerosos fans de la comparsa y su estilo esperaban.  Jesús Bienvenido salía de la agrupación y se notaba como el autor comenzaba a fraguar una nueva musicalidad donde Dani Obregón, ahora nuevo director, ganaba protagonismo.  Precisamente Tino se cae de la alineación en la primera, pero regresa en la segunda para despedirse de las tablas del Falla como componente.  Los presentaciones abandonaban el estilo del 3x4 y experimentaban con otras músicas (algo que a la larga veríamos en la trayectoria de Tino no iba a ser raro). 

En 2002 se estrenaba la primera película de Harry Potter y en 2003 Tino Tovar traía unos estudiantes de brujo que en su presentación fraguaban una alianza entre el sello más añejo del autor y un remate que ya presagiaba Las Estaciones: Los aprendices devolvieron al grupo a la final y nos dejaron un último vistazo a los coloretes. Muchas incorporaciones donde destacaban un Zeus Marín que rebosaba voz en cada corte que protagonizaba. Una gran comparsa que supuso sin embargo el fin de una etapa con Octavio, Fali y compañía llevándose los teatrillos e interacciones con el público con ellos.


De verdad, recordar estos repertorios es gloria bendita y nos hace darnos cuenta la falta que nos va a hacer el próximo Concurso la pluma y la música de Don Tino Tovar. Por cierto, si quieren saber lo que es Tino váyanse a La Botica y busquen ese momento en que alguien del público les dice cualquier cosa y él sonríe. Eso es gloria bendita, eso es Tino Tovar, eso es Cádiz. La semana que viene más de la mano de mi compañero Bermauntier.

2 comentarios:

Fran Rodríguez dijo...

Me encanta el artículo. Una pena que no esté en el próximo COAC 2019. Un saludo!

Ventolero dijo...

¡Nos alegra mucho que te guste Fran! ¡Un saludo y esperemos que vuelva pronto!