La verdad es que esto de trabajar encendiendo velas de pasos de Semana Santa no te deja tiempo para el blog y es que desde el jueves llevo probando la densidad de la cera que tienen los cirios este año. Por el contrario, mi amigo Ventolero tiene un trabajo a tiempo parcial de aguador en partidillos de fútbol sala en el polideportivo del barrio y, casualmente, el sábado le tocó trabajar durante todo el día y hoy estaba liado arreglando las patillas de los cofrades de la Borriquita y tampoco ha podido actualizar.
Para eso estoy yo aquí, para terminar mis Comentarios a esta serie de artículos de Juan Carlos Aragón que ya estoy deseando terminar. Hoy nos encargamos de sus últimas comparsas, de dos últimos trienios que, además, tienen cositas bastante importantes.
Les repito que si quieren estos artículos solo tienen que enviar un correo a mr_bermauntier@hotmail.com y pedírmelos que yo se los enviaré encantado.
Artículo 15- La única sangre que bebo: Habla de su nueva época, del comienzo de ella y de cómo terminó con Zubiela, de cómo se sintió con él como si fuera un mercenario. Habla de la forma de cantar que intentó imponer y que no cuajó: Con este grupo, la única dificultad que tuve fue intentarlos hacer cantar como yo quería, como siempre se cantó en Cádiz: rapidito, a contratiempo y sin meter la voz. Lo que ocurría es que, desde hacía dos décadas, en carnaval se había introducido una corriente rociera que puso de moda el cante lento, a compás, espeso y chillado, y, para estos chavales, era el único referente que había. Tanto fue así que, el pulso entre el estilo que yo quería imponer y el que ellos traían arrastrando, sumado a su juventud y a los nervios del debut, provocó una pájara mental en el grupo que se tradujo en diarrea: no controlaron la velocidad y tiraron el repertorio, como se dice en el vulgar argot, "a carajosacao". Por tanto, la reacción del público quedó por debajo de las expectativas al principio (creo que no se enteró de ná; y el jurado, menos).
Dice que pagó 600 euros por un palco para que Paqui, su compañera, escuchara ese magnífico pasodoble que le dedicó en semifinales pero también cuenta que había dos prendas en el jurado de comparsas que estaban convencidos de que sabían mucho de carnaval. Cuando entraban por el Teatro, huían hasta las palomas de las cornisas. Dos tipos duros que, en tipo, nos dieron 3 puntos y mandaron a por tabaco a una de mis comparsas más emblemáticas y que más caló, sobre todo entre la gente joven. Cuando actuamos, aún nos piden que cantemos 'Los Inmortales' como plato estrella. Y remata con eso que canta en el popurrit de este año pidiéndole perdón a Sevilla mientra que “a Julio Pardo no le salga de los cojones”: Y al día siguiente nos fuimos a cantar a la Plaza San Francisco de Sevilla, paralelamente al Festival de Pardo & Milikito. Y el éxito con el público fue tal que Don Julio ha prohibido que una agrupación mía pise Sevilla mientras él organice la merienda.
Artículo 16- El más golfo de Cádiz: No está nada contento con esta comparsa que dice que no considera suya: el montador de ese año, Miguel Ángel García Cossío, el Búho, puso detrás al Soleta y al Piojo, y ambos se fueron con Bustelo. Y continúa: Ensayábamos en una casa vacía. El único mueble que había allí era el Búho, que afinaba mu bien, pero aburría hasta al que pasaba por la calle. Un día, denunciaron al dueño de la finca, pero no por el ruido, sino por el coñazo que era escuchar 125 veces seguidas el mismo pasodoble. Continúa: Y al Teatro ese año no iba nervioso, sino agobiao, de saber que iba a tener que estar 25 minutos entre bambalinas sin fumarme un cigarro y sin poderme ir por respeto al grupo. Y, por cierto, el repertorio que compuse no tenía nada que ver con lo que salía de las gargantas de los marineros. Y esto es desprestigiar una agrupación: Y tó, pa pasar a la final de prestao y llevarme un churro de quinto premio, que no lo sentí ni mío. Cuando el jurado dio su veredicto, me sentí igual que cuando veo en la tele el sorteo de la bonoloto. Ya ves.
Artículo 17- Y seguí haciendo el paria: critica a las empresas que se dedican a hacer los tipos y los forillos de las agrupaciones: Si los artesanos del carnaval fueran gente altruista entregada a esta noble causa, probablemente callaría esto que estoy diciendo. Pero si se trata de gente que te cobra un millón de pesetas por un churro mal copiado que te entregan el último día y que distorsiona el sentido de tu obra, entonces, primo, no tengo más remedio que sacar de la memoria lo que la propia memoria me dicta, tal cual. Y lo peor es que la mayoría están cortados por el mismo patrón. El día que esta gente cobre en función del resultado de su trabajo y de su diligencia a la hora de la entrega de los tipos, entonces puede que su institución cambie sustancialmente o se hunda. Y llegó la desbandada: A mí, lo del cuarto premio no me supuso ningún trauma. Pero a muchos jóvenes del grupo, sí. La mayoría de esos chavales habían entrado en esta comparsa con la seguridad, si no un año el siguiente, conseguirían el sueño de un gran premio; y llevábamos ya tres años seguidos sin ese premio, con lo cual, algunos de ellos empezaron a desesperarse, a aburrirse, a desilusionarse y a desconfiar. No sólo querían cantar repertorios brillantes y trascendentes (máxime, cuando más de uno no sabía ni lo que estaba cantando). Querían los premios de la Academia. Y ese deseo es muy legítimo. Por eso, desde Semana Santa hubo gente a la que se le fue yendo un poquito la olla y, con excusas novelescas, fue pasándose a comparsas de la competencia con las que creían que iban a conseguir los premios que aquí no estaban consiguiendo… El Tato, El Pellejo… hasta el postulante y tó. Se equivocaron, pero vaya, su decisión era comprensible. ¡Hasta a Bohórquez se le fue la pinza!: Lo peor fue que a mi gran amigo y director, Javier Bohórquez, por un motivo similar, también fue empezando a írsele la pinza. Se puso a echar gente y a fichar por detrás antes de que se enteraran los afectados. Se puede imaginar, mi querido lector, las pajarracas que se formaron y las desbandadas que se iban liando por fin de semana […] no tuve más remedio que retomar personalmente el timón y asumir la decisión más dura y dolorosa de mis 21 años de carnaval. Imagínate. Llamé a Javi y le dije que, por favor, se bajara de la nave, que la tripulación se estaba amotinando y que, si esto seguía tan a la deriva, me hundía irremisiblemente en la misma Fosa de Las Marianas. Afortunadamente, Javi sigue estando hoy por hoy entre mis mejores amigos.
Artículo 18- Gracias, América: reconozco que fue la comparsa que menos trabajo me costó hacer. Los primeros contratiempos: Por lo novedoso del planteamiento, había quien no "veía" la comparsa, ni la vio hasta el final -incluso hubo quien abandonó a las primeras de cambio por este motivo-. Me daba igual. Yo sabía muy bien lo que estaba haciendo, y sabía que aquella comparsa, o se quedaba en la calle o la calle se quedaba con ella. Y pasó lo segundo. Y las sensaciones: El estremecedor y espontáneo cántico del Teatro de "campeones, campeones" a las siete de la madrugada, fue una de las más emotivas sensaciones de toda mi historia carnavalesca. No se me olvidará nunca el veredicto del jurado bajo el arco de San Rafael, mi llanto contenido y el abrazo con Catusa, el arquitecto de la Araca uruguaya que cruzó el charco para apadrinar durante el concurso a su gaditana hija gemela. La alegría de viajar a Uruguay, lo que disfrutaron pero también las cosas malas, las cuenta Juan Carlos como si le doliese más que todo en su vida: Hubo gente en aquel grupo que no supo estar a la altura histórica de Araka la Kana, gente que no tiene la cabeza lo suficientemente bien amueblada como para digerir y disfrutar determinados éxitos en su justa dimensión, gente que no entiende que su aportación a la causa debe estar por encima del egoísta y alocado vuelo de su ego. Pero la pena no fue solamente que se fastidiaron ellos, sino que también fastidiaron a los que sí lo habíamos entendido. Vanidades, egolatrías, competiciones desleales, falso compañerismo y abuso de la gloria, provocaron que el verano de Araka fuera una retahíla de malos rollos y actuaciones decepcionantes.
Artículo 18- Si caminito del Falla…: La cosa comienza chunga: Puse de director a Paco Catalán. Menos mal que la pájara me duró poco más de un día y reconsideré a Rubén en su cargo. Invité al Soleta a que se llevara otro primer premio… pero con los Carapapa, por ejemplo (me alegro por él y, sobre todo, por mí). Chusky -el punteao- se fue a la vendimia yugoslava a contar mejillones vacíos. El pasodoble parecía una joya, pero a las primeras de cambio se convirtió en la puta más barata que ha rulado por los móviles de tercera generación…Y cuenta su vuelta a los escenarios: Una baja de última hora por enfermedad (eso hay que decir, ¿no?), dejó un hueco para que yo lo cubriera, porque, según el grupo era el más indicado. No sé si el grupo estaba peor que yo por proponérmelo o yo peor que el grupo por aceptarlo. Ni había ensayado, ni me sabía las letras. Salí, es cierto; pero Javi Marín fue el que cantó por los dos -y por el libro, como suele hacerlo-. Chupé tela de cámaras. Pero cualquiera que sepa una mijita del rollo, se da cuenta de que estoy poniendo la posturita, pero el que en verdad canta es el que está a mi lao, como en Flamenkito. Sensaciones en preliminares: No íbamos todo lo bien preparados que debíamos. Lo sabíamos. No habíamos podido conseguir más. Y éramos conscientes de que no estábamos a la altura del recibimiento del público. Yo, cuando iban acabando los pasodobles, miraba a mi derecha y veía ya a Lolo el Pingüino y a José Otero casi encima del foso, y yo todavía iba por la calle Benjumeda. Un desastre. Con lo chulillo que he sío siempre yo pa eso de salir cantando…
Lo inesperado del pase a la final: Cuando, poco después de cantar, el secretario del jurado dijo 'La Band…' di saltos […] No pasamos del tercero. Po ira, po güeno. Hay veces que un bronce te sabe a oro, y a mí esa noche me supo así.
Y el bombazo del verano pasado: Ese mismo verano, el hueco que dejé en la comparsa lo ocupó Ramoni. Pero como el hueco era un poco más estrecho que Ramoni, este año en la comparsa sólo caben cinco en la fila de adelante. El de Paco Catalán lo ocupó Careca. Y, ¿por qué se fue Paco Catalán? Ya os lo contará él cuando publique sus memorias. Estas son las mías y, de su explicación, no me acuerdo, porque ni siquiera me la dio a mí.
Su último artículo, el que haría el número 20, son una serie de reflexiones, de futuribles y de cosas que a mí, sinceramente, no me interesan por más allá de lo morboso. Así que, estimado lector, si quieres leerlo coges y me lo pides por el correo y te lo paso tranquilamente.
Qué bonito es mi Cai cuando amanece – T.B.O.
Hace 16 horas
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