sábado, 7 de marzo de 2020

Visión general razonada COAC 2020

Un año más traemos este artículo, que suele ser extenso, sobre lo acontecido en el concurso, lo que nos ha parecido, lo que no, lo que consideramos, lo que desconsideramos, todo desde un prisma general, haciendo un repaso desde arriba, dándole nuestra impronta, por supuesto, a lo que ha ido aconteciendo durante todo este mes en el Falla. 

¿Hay que matar a la bestia?

No han sido pocas las voces, autorizadas carnavalescamente hablando, que han pedido la preselección previa a la preselección, la prepreliminar. Y ha sido tema fundamental en agrupaciones que también han mostrado su desacuerdo ante esta cada vez más ruidosa intención. Pero no nos quedemos solo ahí: las preliminares había días que eran un plomo espectacular y otras que eran una gloriosa sesión. Pero las primeras han sido tan sumamente arduas que han minado la moral incluso de los más jartibles. Ya no valen, en muchos casos, ni los ratitos de risa de Twitter y era la cama el único consuelo ante sesiones que, aunque cortas, se hacían totalmente maratonianas. 
Por modalidades, se vio pronto que era un año de coros bien potentes y que la pelea iba a ser sangrienta hasta el final. En comparsa, parecía que ocho agrupaciones estaban muy por encima en todos los aspectos y que algunas vueltas, descansos y demás habían sentado estupendamente. En chirigotas la cosa se demuestra pareja, quizás dos o tres grupos resaltan, uno de ellos una sorpresa agradable y absoluta que pronto tendría al público en el bolsillo. En cuartetos, igual.
Así es que las preliminares parece que nos presentaron un concurso que iba a ser disputado por su igualdad, no se podía tener claro cual era la cabeza que salía del agua para tomar impulso. Extrañamente, esta equidad provocó en mi sensaciones de puro enganche.

Por la parte baja, naturalmente no faltaron los despropósitos en letras, tipos, movimientos, disfraces... Pero, bien es verdad, que cada vez los grupos cantan mejor, se trabaja la afinación, el agrupamiento vocal, con el fin de molestar lo menos posible. Ahora bien, cuando hemos visto alguna de las que ni una cosa ni la otra... ¡Ganas de telón ardiendo! A algunas de estas agrupaciones dedicamos nuestra portada para este 2020. Descansen en paz.

¿Una prolongación de las preliminares?

La crítica en redes ha sido dura, algunas veces demasiado carnicera, sobre que los cuartos de este COAC eran, en algunas ocasiones, una continuación de la fase anterior y, bueno, no se equivocan del todo en algunos días porque nos hemos tenido que tragar según qué cosas. Claro, son ocho sesiones que hay que llenar, no entiendo por qué no se dejan los desiertos más allá de la puntuación mínima para el corte. Bien es verdad que se quedaron fuera algunas agrupaciones que igual merecían un segundo pase, más que otras que sí lo tuvieron. Pero esto ocurre siempre.

Las renombradas enseñaron credenciales en una fase dedicada a los pasodobles sobre el feminismo y el pin parental. Carne política para un público ávido de crítica política y social, cuplés de tres en tres y mucho nerviosismo histriónico chirigotero. En cuartetos, parecía que bajón generalizado. En coros, sin embargo, el rumbo parecía recto para, al menos, seis de ellos.

¿Son necesarias cuatro sesiones de semifinales?

De las opiniones más generalizadas en RRSS y diarios de la ciudad, encontrábamos la de unas semifianles sin garra después de la lucha de la fase anterior. ¿Era verdad? En un año sin, a priori, grandes pelotazos para el recuerdo, nos hemos entretenido con repertorios de chirigotas y comparsas. Estas últimas, por norma general, con grandes pinchazos en cuplés que ya da coraje y todo. Temáticas de pasodobles para todos los gustos: mucho pasodoble narrativo, quizás no tanta crítica como esperábamos y en su casa algunas agrupaciones que aún coleaban.

En coros, sin embargo, la pelea estaba clara: seis grupos querían cantar un cuarto día y soltaron todo lo que tuvieron para hacerlo. Eso nos gustó bastante a nosotros, aficionados a esta modalidad que, por cierto, tan maltratada ha sido por el público asistente al Falla que se iba en sus actuaciones. Así no, esa es otra cosa que habría que arreglar.

En cuartetos hubo una breve remontada del nivel, sobre todo de uno de ellos que parecía que iba a ser el primer premio, pero al final no, al final no lo fue un año más y se podría haber cabreado pero parece que no lo ha hecho.

¿Demasiado larga?



Pasaron las que pasaron, qué más da, a nadie nos debe ir la vida en esto. Aunque para algunos sea la única competición que vemos (no nos gusta la Champions, por ejemplo) no hay que ir con ningún en equipo. Todo el mundo tendrá su propio ganador, por supuesto, pero bien es verdad que hay pelotazos que son más mediáticos que de repertorio y otros que se merecen el primer premio porque demostraron el buen hacer chirigotero. En comparsas, podrían haber ganado tres quizás, la cosa quedó así, pues para delante con ello. Sorpresa del cuarto premio que trajo una buenísima agrupación.
En cuartetos, quizás podría haber ganado cualquiera o no, quizás el más gaditano se lo merecía más, pero es que los tres son de Cádiz... Bueno, el jaleo de siempre. Distinto es en coros que en la final pareció verse claro quién iba a volver a ganar, sí, por segundo año consecutivo.
Pero más de once horas de final con demasiado tiempo entre agrupación y agrupación desquicia a cualquiera y a esto sí que es necesario buscarle una solución, que yo tengo la propia que es contratar a más gente para montar más rápido, pero bueno, soy uno más.

¿Cosas buenas puedes decir alguna?

Que el COAC siempre es un gustazo porque escuchas a tus autores y grupos favoritos, que un exponente así de crítica social y política en abierto en este país de pines y censuras siempre es para acogerlo en tus brazos y no soltarlo. Por supuesto, la retransmisión de Onda Cádiz merece una mención especial porque lo han hecho más que bien en un año de cambios entre derechos y desderechados. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Para casi doce horas de final (incluyendo este año la espera para el veredicto del jurado) es excesivo. Las esperas entre actuación y actuación se hacían eternas.