Cuando hablamos del Carnavaluc nos estamos refiriendo al festival carnavalero más antiguo de Andalucía: cumplía este año veinticuatro veranos, después de pandemias y pérdidas irreparables. De marcado carácter juancarlista, este evento es organizado por distintas instituciones públicas y privadas, y su afán por el buen cuidado al aficionado es algo que realmente sorprende, no solo en el aspecto organizativo, sino que permiten entrar comida y bebida de fuera, además de tener una megafonía que da gusto o unos precios en barra bastante asequibles. No me pagan por esto, lo digo porque me apetece.
Es cierto que el público que va allí tiene unos gustos concretos. Recuerden que la comparsa de Juan Carlos Aragón o su chirigota han ido casi todos los años, por no decir todos, pero es que además se encontraba entre los aficionados el editor del añorado autor gaditano, a lo que le sumamos un presentador que no se cortó un pelo en la crítica al creador de eventos de turno, ya saben quien les digo.
Con poco tiempo de antelación llegamos y nos decidimos sentar en la última final de sillas. Este año, no lo vi los anteriores, o no lo recuerdo, habían dispuesto una grada justamente detrás de todo el patio del exterior del Auditorio de Lucena donde se realizarían las actuaciones. Para subir a la barra, una cuesta; para fumar, a una esquina, camino a los césped. De lo que tengo queja es de los baños: tres plantas hacia abajo dentro de lugar cuando había unos en la recepción del edificio sin necesidad de bajar.
Abrió el trío de actuación la chirigota de Manolín Santander, Carlitos Pérez y Sánchez Reyes, La misión, que desgranaron su repertorio de este Falla 2022 con gusto del público. Aquí nos dimos cuenta que una lucentina de honor estaba entre el público: la famosa chica de la risa de flauta, que daría bastante juego a las agrupaciones de la noche. Por supuesto, cantaron algunas de las letras más conocidas de la chirigota de Manolo Santander de estos últimos años, para terminar, como pueden ver en el vídeo anterior, con Me han dicho que el amarillo, cantado por todo un público entregado a una sobresaliente actuación chirigotera. Muy divertidos, la verdad.
Tras un descanso, la comparsa Después de Cádiz ni hablar hizo un buenísimo papel en su actuación, cantando bastante repertorio de este año, además de invitir al Tomate a que cantara con ellos uno de los pasodobles. Las coplas de la antología estuvieron compuestas por La ciudad de Dios, con baile incluido, Los niños sin nombre y Los okupas de la luna, que, aunque parecen menos conocidas para el gran público, demostraron tener verdaderos seguidores que se lo sabían todo.
Otro parón para retomar con Los renacidos que, de nuevo hicieron vibrar al público con un repertorio cargado de crítica y literatura, no sé si a partes iguales, tampoco sé cómo se sale de la presentación, el principio del popurrí y el final. Es algo que tengo que trabajar este verano. Con uno de los componentes algo cascado, no vamos a señalar, que está feo, la comparsa adoleció en contados momentos de las pertinentes "voces por arribita", pero también es verdad que venían de cantar en otro sitio. Después, se cambiaron la parte de arriba del disfraz para cantar algunas coplas (canciones, como le gustaba llamarlas) del repertorio de Juan Carlos, para finalizar con el credo de Los peregrinos, levantar al público y, ante el otra-otra, marcharse para no reaparecer.
¿Cuántos carnavaluc van ya así? ¿Cuántos cerrando con su credo infinito?¿Cuántos mirando al cielo y recordándote con los tuyos, con tu @ComparsaArguez?¿Cuántos recuerdos del sitio que más te quiso fuera de Cortadura? Cuanto te queremos, cuanto orgullo seguir repitiendo este final pic.twitter.com/JRjsYYsavB
Con una temperatura estupenda, para ser provincia de Córdoba, y ante las quejas del calor por parte de las agrupaciones, más por el vestuario, entendí, que por el clima real, nos volvimos para la capital con la sensación de haberlo pasado estupendamente, con actuaciones de apenas más de una hora, con el espíritu calmado y con muchas más ganas de CAR-NA-VAL.
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