El ABC de Andalucía publicaba el otro día un artículo llamado Sávame, Ares escrito por Antonio García Reyes que tiene su tribuna en este diario como otro Antonio que se apellida Burgos. Puedo entender que cierta ideología prohiba que la mente vea más allá de lo conservador y anticuado, pero tengo esperanza de que en esas baldas de imágenes y palabras que son las neuronas aún haya hueco para un Más Allá que no es la muerte si no las miradas.
No sé si voy a ser partícipe de una guerra que no es mía pero necesito expresar todo lo que llevo unos días pensando después de leer esta opinión faltona y desagradable que trata muy bien a unos y deja muy mal a otros. Se la voy a poner por aquí y luego seguimos:
El ombliguismo es una de las principales causas de atraso de cualquier pueblo. La autocomplacencia debilita demasiado, sobre todo porque tiende a sublimar localismos que son brochazos gordos de delectación y narcisismo. Por eso Cádiz, que es un paraíso del ingenio, la cultura y la sensibilidad, está tan estancada en la demagogia comparsista, que bascula entre los piropos de verso ripioso y las soflamas de intelectualidad campera. Existe en la ciudad trimilenaria un vicio de glorificación de poetas de métrica descuadrada y rima pueril que atenta de manera cruel contra la literatura suprema de Cadalso, Pemán o Carlos Edmundo de Ory. Es una especie de devastación artística consentida que rebaja las aspiraciones de una tierra tan exquisita a la grosería de la escritura de mostrador, que no es popular —bendita sea la lírica popular—, sino populachera. En el fondo, ese comparsismo es un retrato económico y social de Cádiz en estos momentos. No hay agrupación de renombre que no haya ido este año al Falla a despotricar contra el Rey o contra el franquismo —que sólo sigue vivo en el odio de algunos— o a venerar la república y las reivindicaciones callejeras. Quienes no hayan pasado por ese aro, no están en la final. Es tiempo de adoración a Kichi y a todo lo que su populismo representa. De hecho, en el currículum del alcalde antes de llegar al sillón mayor de la ciudad sólo consta que fue comparsista, porque como profesor de Historia no llegó a ejercer por su liberación sindical. La comparsa es, de alguna manera, la cantera de los bolivarianos gaditanos.
El arte del Selu dándole la tabarra a Juan, chirigota que tiene mucho más poso cultural y antropológico que cualquier letra del vate Martínez Ares, parece estorbar en un carnaval que se regodea en el verso cutre que escriben los bardos de petulancia ilimitada y rima tosca para que los octavillas se retuerzan intentando afinar la copla alguna vez. Allí se ensalza el toque de guitarra celérico con púa en las primas junto a la boca, sí, allí, en la cuna de ese instrumento, donde Vargas y Guzmán escribió su tratado y Pagés construyó obras maestras de palosanto para que las tocara el célebre maestro Patiño. Cómo duele la tierra que no se conoce a sí misma. En Cádiz, donde Estrabón, Marcial y Juvenal narraron las danzas de las «puellae gaditanae», concentradas en el embrujo de los crótalos de Telethusa, ensalzan como poeta eximio a un rimador al que le parece selecto enfrentar «callao» con «enterao». Ya sé que Antonio Martínez Ares cuenta con una legión de seguidores a la que este artículo le enojará, pero aquí no estamos para complacer a nadie con la lectura ni para escribir odas que no pisen ningún charco. Ésta es una crítica que no va, además, contra la ínfima calidad literaria de alguien que se presenta como genio de la palabra, sino que se dirige al fondo de sus estrofas, tan zafio como simplón, lo que lleva a pensar que su aclamada vuelta al escenario tiene relación directa con el cambio político en Cádiz. Y a quien no le guste esta opinión, que haga lo que hago yo con los cobardes: cambiar de canal como si el Falla fuera Telecinco.(Los subrayados son míos y no del señor García Reyes)
Comparamos entonces a Cadalso y Pemán con Martínez Ares y no me pesa decir que posible Antonio tenga más manejo literario que los otros dos juntos. Si hablamos de rima zafia y facilona, no creo que podamos referirnos a un autor de Carnaval (no populachero, del pueblo, popular) que en un pasodoble hace hablar a cuatro personajes distintos desde cuatro puntos de vista. Seguramente le guste más Pemán a este señor por haber sido el poeta del régimen (yo lo pongo en minúscula igual que él pone República en letra menor pues se ve que no se ponen en mayúsculas nombres propios) y el autor de una letra del himno de España que deja más que desear que la letra dedicada a España (al himno en concreto) que este concurso le ha dedicado Ares. Será que ha leído poco a Cadalso también porque el Romanticismo español no es célebre precisamente por sus obras literarias, que no se olvide nadie de ello.
Me ha producido cierta desazón que este señor hable de un tejemaneje en el concurso según se critique a Kichi o no: por esa regla de tres el coro de Pardo o la chirigota del Sheriff no han estado en la Final pues escribieron sendas coplas dándole en el cuello al alcalde. Ah, perdón, que sí estuvieron. No sé si pretendía que se colasen también el coro de Procopio o la comparsa de Juan Fernández que también tuvieron su ratito para darle al flamante alcalde gaditano.
Se ve que los piropos a una ciudad son buenos si los hace Góngora, Fernando Quiñones o García Montero, pero si un autor de Carnaval le escribe a Cádiz se ve que el texto no tiene ningún tipo de calidad porque no es un "poeta de publicaciones infinitas". Entonces claro, tantos piropos a la Tacita, por extensión, durante los muchos años de Concurso no dejan de ser poco menos que basuras literarias para este señor. Salvaguardando, seguro, los de sus amigos afines a su ideología que, eso sí, escribirán como verdaderos académicos.
Seguramente cualquier cuarteta del popurrí de este año de Ares, o de casi cualquier carnavalero, valgan más que estos vergonzantes y garbanceros artículos de opinión que no ayudan en nada y solo critican desde un prisma, que más parecen escritos por caballos que por seres humanos. Les digo, con total sinceridad y la mano en el corazón, que me parece de muy poco honor utilizar una tribuna para tirar por tierra el trabajo de tantos y tantos buenos autores de Carnaval que este año nos han regalado letras para la memoria, ¿o es que el pasodoble de las playas de Aragón es malo? ¿El de las madres de Remolino? Tantas y tantas letras... Posiblemente que este señor llame bolivarianas a las comparsas debería ser motivo de risión por parte de todo el público que lo leyera pero a mi me preocupa muchísimo esta deriva de cierta prensa en tildarlo todo así (posiblemente también lo hagan con este rincón, ¿por qué no?) y es que se ve tan fútil y vacua esta opinión que quizás no deberíamos darle mayor importancia.
Pero no puedo quedar en el tintero bloguero con las ganas de decir que sí a este señor, que sí que cambie de canal y que no vea más algo que no disfruta, ni comparte y, posiblemente, ni lo entienda y siga sentado leyendo Cartas Marruecas que es mucho más interesante. Pero una cosa, ¿García Argüez no tiene publicaciones? Sí, las tiene y no, no tiene rimas ripiosas ni malas estructuras. Tampoco Ares, ni Aragón, ni Juan Fernández, ni Tino, ni el Selu... Por cierto, que utiliza al simpar chirigotero para seguir atizando al Primer Premio de Comparsas cuando lo que debería decir es que ni siquiera ha entendido a Juan y que quizás el Carnaval, literariamente, artísticamente hablando, le queda grande.
No sé si voy a ser partícipe de una guerra que no es mía pero necesito expresar todo lo que llevo unos días pensando después de leer esta opinión faltona y desagradable que trata muy bien a unos y deja muy mal a otros. Se la voy a poner por aquí y luego seguimos:
El ombliguismo es una de las principales causas de atraso de cualquier pueblo. La autocomplacencia debilita demasiado, sobre todo porque tiende a sublimar localismos que son brochazos gordos de delectación y narcisismo. Por eso Cádiz, que es un paraíso del ingenio, la cultura y la sensibilidad, está tan estancada en la demagogia comparsista, que bascula entre los piropos de verso ripioso y las soflamas de intelectualidad campera. Existe en la ciudad trimilenaria un vicio de glorificación de poetas de métrica descuadrada y rima pueril que atenta de manera cruel contra la literatura suprema de Cadalso, Pemán o Carlos Edmundo de Ory. Es una especie de devastación artística consentida que rebaja las aspiraciones de una tierra tan exquisita a la grosería de la escritura de mostrador, que no es popular —bendita sea la lírica popular—, sino populachera. En el fondo, ese comparsismo es un retrato económico y social de Cádiz en estos momentos. No hay agrupación de renombre que no haya ido este año al Falla a despotricar contra el Rey o contra el franquismo —que sólo sigue vivo en el odio de algunos— o a venerar la república y las reivindicaciones callejeras. Quienes no hayan pasado por ese aro, no están en la final. Es tiempo de adoración a Kichi y a todo lo que su populismo representa. De hecho, en el currículum del alcalde antes de llegar al sillón mayor de la ciudad sólo consta que fue comparsista, porque como profesor de Historia no llegó a ejercer por su liberación sindical. La comparsa es, de alguna manera, la cantera de los bolivarianos gaditanos.
El arte del Selu dándole la tabarra a Juan, chirigota que tiene mucho más poso cultural y antropológico que cualquier letra del vate Martínez Ares, parece estorbar en un carnaval que se regodea en el verso cutre que escriben los bardos de petulancia ilimitada y rima tosca para que los octavillas se retuerzan intentando afinar la copla alguna vez. Allí se ensalza el toque de guitarra celérico con púa en las primas junto a la boca, sí, allí, en la cuna de ese instrumento, donde Vargas y Guzmán escribió su tratado y Pagés construyó obras maestras de palosanto para que las tocara el célebre maestro Patiño. Cómo duele la tierra que no se conoce a sí misma. En Cádiz, donde Estrabón, Marcial y Juvenal narraron las danzas de las «puellae gaditanae», concentradas en el embrujo de los crótalos de Telethusa, ensalzan como poeta eximio a un rimador al que le parece selecto enfrentar «callao» con «enterao». Ya sé que Antonio Martínez Ares cuenta con una legión de seguidores a la que este artículo le enojará, pero aquí no estamos para complacer a nadie con la lectura ni para escribir odas que no pisen ningún charco. Ésta es una crítica que no va, además, contra la ínfima calidad literaria de alguien que se presenta como genio de la palabra, sino que se dirige al fondo de sus estrofas, tan zafio como simplón, lo que lleva a pensar que su aclamada vuelta al escenario tiene relación directa con el cambio político en Cádiz. Y a quien no le guste esta opinión, que haga lo que hago yo con los cobardes: cambiar de canal como si el Falla fuera Telecinco.(Los subrayados son míos y no del señor García Reyes)
Comparamos entonces a Cadalso y Pemán con Martínez Ares y no me pesa decir que posible Antonio tenga más manejo literario que los otros dos juntos. Si hablamos de rima zafia y facilona, no creo que podamos referirnos a un autor de Carnaval (no populachero, del pueblo, popular) que en un pasodoble hace hablar a cuatro personajes distintos desde cuatro puntos de vista. Seguramente le guste más Pemán a este señor por haber sido el poeta del régimen (yo lo pongo en minúscula igual que él pone República en letra menor pues se ve que no se ponen en mayúsculas nombres propios) y el autor de una letra del himno de España que deja más que desear que la letra dedicada a España (al himno en concreto) que este concurso le ha dedicado Ares. Será que ha leído poco a Cadalso también porque el Romanticismo español no es célebre precisamente por sus obras literarias, que no se olvide nadie de ello.
Me ha producido cierta desazón que este señor hable de un tejemaneje en el concurso según se critique a Kichi o no: por esa regla de tres el coro de Pardo o la chirigota del Sheriff no han estado en la Final pues escribieron sendas coplas dándole en el cuello al alcalde. Ah, perdón, que sí estuvieron. No sé si pretendía que se colasen también el coro de Procopio o la comparsa de Juan Fernández que también tuvieron su ratito para darle al flamante alcalde gaditano.
Se ve que los piropos a una ciudad son buenos si los hace Góngora, Fernando Quiñones o García Montero, pero si un autor de Carnaval le escribe a Cádiz se ve que el texto no tiene ningún tipo de calidad porque no es un "poeta de publicaciones infinitas". Entonces claro, tantos piropos a la Tacita, por extensión, durante los muchos años de Concurso no dejan de ser poco menos que basuras literarias para este señor. Salvaguardando, seguro, los de sus amigos afines a su ideología que, eso sí, escribirán como verdaderos académicos.
Seguramente cualquier cuarteta del popurrí de este año de Ares, o de casi cualquier carnavalero, valgan más que estos vergonzantes y garbanceros artículos de opinión que no ayudan en nada y solo critican desde un prisma, que más parecen escritos por caballos que por seres humanos. Les digo, con total sinceridad y la mano en el corazón, que me parece de muy poco honor utilizar una tribuna para tirar por tierra el trabajo de tantos y tantos buenos autores de Carnaval que este año nos han regalado letras para la memoria, ¿o es que el pasodoble de las playas de Aragón es malo? ¿El de las madres de Remolino? Tantas y tantas letras... Posiblemente que este señor llame bolivarianas a las comparsas debería ser motivo de risión por parte de todo el público que lo leyera pero a mi me preocupa muchísimo esta deriva de cierta prensa en tildarlo todo así (posiblemente también lo hagan con este rincón, ¿por qué no?) y es que se ve tan fútil y vacua esta opinión que quizás no deberíamos darle mayor importancia.
Pero no puedo quedar en el tintero bloguero con las ganas de decir que sí a este señor, que sí que cambie de canal y que no vea más algo que no disfruta, ni comparte y, posiblemente, ni lo entienda y siga sentado leyendo Cartas Marruecas que es mucho más interesante. Pero una cosa, ¿García Argüez no tiene publicaciones? Sí, las tiene y no, no tiene rimas ripiosas ni malas estructuras. Tampoco Ares, ni Aragón, ni Juan Fernández, ni Tino, ni el Selu... Por cierto, que utiliza al simpar chirigotero para seguir atizando al Primer Premio de Comparsas cuando lo que debería decir es que ni siquiera ha entendido a Juan y que quizás el Carnaval, literariamente, artísticamente hablando, le queda grande.
2 comentarios:
Ares manifestó, en su momento, que uno de los motivos de su regreso fue el cambio politico en la ciudad, o sea, el amigo kichi. Hay cosas que se ven a la legua, de todas formas, comparar Pemán, Cadalso, de Ory con Ares & company me parece una idiotez. Es como mezclar el atun con le betún, cada cual es un galáctico pero en su campo. También es una barbaridad menospreciar lo que hace Ares (cuando digo Ares también digo el resto) unos hacen rimas, poesías,.. literatura en general, los otros aparte de parir letras, también hacen por encajarlas en una melodia, melodia que en muchos casos tambien la paren ellos mismos, con que no valorar eso, es no tener ni puñetera idea de lo que habla.
Entiendo tu critica, amigo Bermauntier, yo también diría lo mismo.
Añado algo más a lo anterior sobre nuestros carnavaleros, muchos de ellos ni fueron a ninguna Universidad de Letras, ni pusieron pie en un conservatorio, y aún así hacen delicias transformadas en música y letras, que les quiten lo bailao y al que le pique que se rasque.
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