Empiezo a escribir este post, y me cuesta recordar cuando fue la última vez que asistí a un Festival en Córdoba como el que viví anoche. Desde las, ya desaparecidas, noches carnavalescas que las Fiestas del PCA nos regalaba antaño y algún festival de verano -el último que pisé fue en 2010- no estaba en un ambiente como el de anoche.
Ambiente inigualable, y es que la ciudad de Córdoba esperaba como agua de Mayo a las agrupaciones de anoche. Y nunca mejor dicho: desde las 12 h. ya había gente haciendo cola para acceder al Teatro de La Axerquía de Córdoba. Les hiciera frío, sol, o lloviera. Si, si, lloviera. A las 19 h. dijo dios allí va agua, y estuvo lloviendo como el que dice hasta las 21:20 h., minutos antes de la hora que empezaba el festival. Un chirimiri porculero, por ratos contundente, que no logró medrar la ilusión del respetable. La gente se agolpaba en la parte más cercana al escenario, y se iba ubicando como podía en la grada -donde tuvimos que esperar hasta que se secó un poco para poder sentarnos-.
Y allí estábamos nosotros, Bermauntier, un servidor, mi madrileña y buenos amigos. El público, variopinto y clásico en citas así: los que se pasan todas las actuaciones hablando (to-das), los que están borrachos antes de que salga Patato a presentar, los que van a cantar y no a escuchar, y los que van a disfrutar. Enfrente: un escenario muy grande, con un sistema de luces que no pegaba ni con cola (hoy canta Manuel Carrasco y se ve que estaban con las prácticas), y un equipo de altavoces similar al que puedan tener ustedes en el ordenador donde están leyendo este post. Exagero, si, pero era muy pobre, y en la parte más alta (donde estábamos nosotros), lo bautizamos como que el equipo de sonido estaba en modo "Radio debajo de almohada".
Salió nuestro Patato, y presentó a la primera de la noche: Los Camellos. Ué, uá, y hasta Kike Remolino apareció en el escenario. La verdad que cantaron genial, aunque fueron los que pagaron el pato de las pruebas de sonido. Los punteaos apenas pudimos disfrutarlos en nuestra zona, y cuando el segunda enfocaba micro, apagaba la comparsa. El repertorio fue enmendándose, y cantaron el pasodoble del Tangai, que es un uno y nosotros nos quisimos tirar balconada abajo. Bermauntier empezó a apreciar que se había sentado lejos de mi para comentar en los entreactos -que nosotros somos de hablar cuando la gente no canta, sobre todo cuando aún estamos fresquitos de pico-. Fali Mosquera hizo varios comentarios, que agradeció el respetable, y puso en valor como la gente había hecho cola desde el mediodía, y como estábamos todos allí con la mala orilla que había hecho. Óle usted. No hubo gata nala, y eso siempre es alegría de vivir. Más raro me pareció que no hablaran de Quiñones en toda la noche, cantaran hasta una copla de Los Válidos, y para despedir si se fueran con el antológico pasodoble de Los Vikingos interpretado justo en el filo del escenario, sin micros de por medio. 3500 personas humanas carnavalitas con la boca cerrada, y gloria pa' la gloria.
Retornó Patato para introducir a La Guayabera, poniéndose todo hay que decirle algo jartiblón con el tema "tranquilas todas que vienen los guapitos". Eres más antiguo que un bosque Patato. Los talibanes empezaron a ponerse nerviosos y a comentar en voz alta cosas del tipo "esto en el teatro sonaba espectacular" o "la música es una maravilla". Me gusta mucho que la gente haga estos comentarios y los desarrolle ampliamente, sobre todo en mitad del popurrí, pisando al propio grupo mientras canta y evidenciando que se la suda entre un quintal y un potosí lo que está ocurriendo sobre las tablas. Comenzaron como es menester con el repertorio de este año, pero cortito: Presentación, dos pasodobles, dos cuplés, y popurrí. A Bermauntier y a mi nos gustó el comentario bohorquerezco de "bueno, y ahora vamos a cantar Carnaval". Lo aplaudimos y vitoreamos, porque estamos de acuerdo que lo de este año es un carajo caribeño en comparación con otras cositas del autor -aunque está mejor afinado que muchas cosas bien escritas que tiene-. Más locos nos dejó cuando lo primero que nos regalaron fue la presentación de Los comparsistas se la dan de artistas: ¿en serio no tienen más repertorio para cantar de antología que eso? Hambra par favar... luego si, hicieron un repertoriaco con chirigotas incluidas: Ángeles Caídos, Condenaos, Araka la Kana, Los Yesterday... Ramoni y Tron un uno. Alex de Huelva delante del micro cargándose todo es un menos quince mil. A la calle ese tío...
Descansito de diez minutos, Patato in session y llegó el primer premio de chirigota. Gozada general con Si me pongo pesao me lo dices, con un respetable que se sabía desde la primera coma hasta los chistes de los entreactos. Geniales, muy geniales. Todos los presentes cantaron el repertorio de este año -y el Selu, que era el que más cogía por derecho el micro (estaba graciosísimo anoche, cruces de Mayo incluidas)-. Gran parte del repertorio de este año, nuevo ensalzamiento del no-primer premio que fueron Los Enteraos, donde abandonaron a Juan para regalarnos un popurrí que efectivamente sigo siendo un derroche de cara dura y age. Jose Mari al final del mismo también es un uno, parrabombísticamente hablando. Bermauntier y yo preferimos esperar, y nos cantamos el popurrí de cuartetas añejas, a pulmón lleno, porque somos más de "no puede ser rociero quien ha naci'o en Yugoslavia". Es lo que tiene. Muy buena actuación, donde el autor interactuó constantemente con el respetable y lo invitó en todo momento ha sentirse tan protagonista de la noche. Reconoció que el premio de este año los ha rejuvenecido, y se palpa en las ganas de hacer disfrutar.
Patato nos dijo buenas noches a todos (eran ya las una y cuarto de la mañana) y nos dejó con la comparsa de comparsas: Los cobardes pisaron el escenario, y la gente empezó a mandarse a callar con diferentes estrategias: "Callarse me cago en los muertos", dependiendo el contexto, es bien y mucho. Cantaron las segundas, y no había forma de no emocionarse. Lo gozamos, todo el rato. Toni Piojo venía fresquito, lo cual es muy de agradecer. En menor medida se explayó Fali Figuier, y no escatimó ni un segundo Moncada, que parece que no va a sufrir en la vida cantando como canta: por encima de todos siempre, y más. Que espectáculo par favar (bis). Todo lo de este año sonó clavado. El popurrí fue papartirselnai sin remordimientos. Maravillesco. Y tras varios pasodobles de pena, empezaron con la Antoniogía: El brujo, Los miserables, Los piratas... La verdad que suenan muy bien, pero por más que se esfuercen, jamás de los jamases ningún grupo igualará al que cantó La Niña de mis Ojos. Cantaron una a la orillita del escenario, hicieron como que se iban, y volvieron con otra. Decían que se hubieran quedado toda la noche. Lo que no sabían ellos es que nosotros, si así hubiera sido, nos tendrían que haber echado de allí con mangueras para que abandonásemos las gradas.
En definitiva, gran noche para reencontrarse con este tipo de formato festivalero, del que se presume vendrán nuevas ediciones en los próximos años. Y nosotros allí estaremos, esperemos con unos altavoces más gordos, por lo menos de medio metro de ancho (y algún bafle sin agüilla). Feliz fin de semana a todos, y que no falte el Carnaval.
sábado, 14 de mayo de 2016
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1 comentario:
Un apunte, de habernos quedao toda la noche, hubiera hecho falta un camión de mantas y 500 braseros. Vivan los festivales de invierno!!
Fdo: Quiñonista
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